Los objetos parecen artificiales, pero el estrato de roca donde fueron encontradas corresponde a una era en la que no existía forma de vida inteligente. Jamás he visto nada semejante.

Actualmente Michael Cremo y Richard Thompson han reabierto el caso, investigando más profundamente estas curiosas esferas. Las conclusiones a las que han llegado son sorprendentes, y se recogen en su obra Arqueología prohibida.
Según Roelf Marx, curador del museo dónde están expuestas, una de las esferas empezó a dar vueltas sobre sí misma, estando dentro de una vitrina de cristal sin vibraciones externas. Este misterioso suceso ha fascinado a más de uno, y a raíz de esto se han realizado más experimentos para tratar de explicar tales reacciones.
El equilibrio es tan perfecto que excede nuestras actuales tecnologías de medición.
El único modo para crear un objeto similar, si existiese la tecnología, sería a gravedad cero.